Padre Shenan J. Boquet
Presidente
Human Life International
La apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo
La solución a los problemas del mundo – la miseria, el hambre, la guerra, las enfermedades, etc. – es una labor complicada, por decir lo menos. Lograr aunque sea un pequeño avance en la solución de uno de estos problemas normalmente exige pensar mucho, así como una gran cantidad de planificación, investigación, dinero y tiempo. Aún en ese caso, siempre existe el riesgo de que un plan “brillante” resulte trágicamente torcido cuando enfrenta las complejidades imprevistas de las circunstancias concretas.
No en balde se da el caso de que haya filántropos bien intencionados que a menudo caigan en la tentación de una solución “rápida y fácil” que aplique a todas las situaciones, algunas de las cuales son muy complejas. Lamentablemente, las consecuencias de ceder ante esta tentación a menudo son desastrosas o peor aún que los mismos problemas que se intentaban resolver.
Nada demuestra esta realidad de manera tan desolada que el largo y horrible sendero de horrores que ha dejado el movimiento a favor de la eugenesia. Muchos de los primeros eugenistas eran personas bien intencionadas, que sinceramente deseaban reducir o eliminar el sufrimiento humano. Sin embargo, enamorados de la nueva ciencia de la genética y de las nuevas tecnologías, y con un entendimiento gravemente erróneo y simplista de la naturaleza humana y de los derechos humanos, tomaron el diabólico camino de eliminar el sufrimiento, no por medio de eliminar su fuente, sino, en vez de ello, por medio de eliminar a las personas que sufrían.
A la postre, los eugenistas también aumentaron el sufrimiento. El asesinato sistemático de los mental o físicamente incapacitados en los campos de concentración de los nazis es claramente el ejemplo más crudo. Pero no debemos olvidar el sufrimiento (que todavía tiene ocurre en lugares como China o India) de los innumerables pobres y vulnerables que fueron esterilizados forzosamente u obligados a abortar a sus bebés no nacidos; por no mencionar el sufrimiento de los innumerables bebés no nacidos muertos en el seno de sus mamás por medio del aborto y todo ello en nombre de un “mundo nuevo”.
La eugenesia “suave” de Melinda Gates
Lamentablemente, el demonio de la eugenesia no ha sido exorcizado todavía del pensamiento occidental. Solamente se ha escondido bajo la superficie o ha asumido disfraces más “compasivos”. La tentación fundamental sigue presente: porque todavía es cierto que es mucho másfácil eliminar a los pobres que sufren, que eliminar las complejas y tenaces fuentes de su pobreza o de su sufrimiento.
He estado pensando en esto a medida que leía acerca de los equivocados esfuerzos filantrópicos de Melinda Gates, que se proclama a sí misma una “católica devota”, y de su esposo, el fundador de Microsoft, Bill Gates.
A principios de este mes de junio, miles de personas participaron en la quinta Women Deliver Conference [una organización feminista radical]. Las organizadoras describieron el evento “como la conferencia más grande del mundo sobre la igualdad de género y la salud, los derechos y el bienestar de niñas y mujeres del siglo XXI”. Como en las pasadas conferencias de Women Deliver, Melinda desempeñó un papel prominente en el evento de este año, y concedió varias entrevistas a los medios en relación con la conferencia. Melinda también ha estado últimamente muy presente públicamente debido a la reciente publicación de su nuevo libro: The Moment of Lift: How Empowering Women Changes the World (“El momento del levantamiento: Cómo el empoderamiento de las mujeres cambia al mundo” – traducción libre).
Melinda y su esposo han hecho de los “asuntos de las mujeres” una de las prioridades más altas de su labor filantrópica. Una parte de lo que hacen es verdaderamente valioso y digno de elogio en cuanto a mejorar el bienestar y la salud de las mujeres. Lamentablemente, hace algún tiempo Melinda tomó la decisión de hacer de la promoción de la anticoncepción [incluyendo la que es abortiva] y el control de la población como posiblemente la parte más importante de su labor.
En 2017, la Fundación Gates prometió dar $375 millones para la “planificación familiar” cuya meta era proporcionar anticonceptivos a 120 millones de mujeres en todo el mundo, particularmente en los países en vías de desarrollo. Este donativo fue simplemente el más reciente de muchos de cientos de millones de dólares que esta fundación ha gastado previamente en la promoción de la anticoncepción. Melinda defiende el énfasis de su fundación en la anticoncepción diciendo que hay cientos de millones de mujeres que tienen “una necesidad no satisfecha” de ella. En otras palabras, Melinda alega que está simplemente proporcionando algo que las mujeres están exigiendo y que los esfuerzos de su fundación siempre respetan la libertad de las mujeres.
Sin embargo, se sabe desde hace tiempo que los datos estadísticos que pregonan la existencia de “una necesidad no satisfecha” son totalmente falsos [1]. Ha sido inventada por los activistas y organizaciones que proporcionan anticonceptivos y se dedican al control de la población, para justificar su abrumador énfasis en proporcionar pastillas anticonceptivas y dispositivos intrauterinos, en vez de los alimentos y la atención a la salud que muchas mujeres en el tercer mundo de hecho están exigiendo. Por ejemplo, la ONU ha incluido en sus estadísticas de la “necesidad no satisfecha” a mujeres que fácilmente podrían tener acceso a la anticoncepción, pero que no la han aceptado, ya sea por razones personales o religiosas.
Lamentablemente, Melinda también ha pregonado pública y repetidamente que ella es una católica “devota”. Pero al mismo tiempo echa a un lado la doctrina moral católica sobre la sexualidad como algo “pasado de moda” y aún hasta mortalmente peligrosa para las mujeres. Por ejemplo, en una entrevista a comienzos de este mes, Melinda se refirió a la anticoncepción como “la más herramienta más grande que tenemos contra la pobreza”. Y también repitió la falsa afirmación de que “200 millones de mujeres” la están pidiendo pero que no se las estamos proporcionando. En respuesta a una pregunta de cómo ella justificaba su decisión de enfocarse en la anticoncepción con la doctrina de la Iglesia, Melinda respondió que “fue una decisión difícil para mí debido a mis raíces católicas”. “Todavía soy católica”, dijo. “Pero cuando me encuentro con tantas mujeres alrededor del mundo y ellas me dicen que esto es una crisis de vida o muerte para mí como madre… Tuve que luchar con mi fe católica y preguntarme a mí misma: ¿en qué creo yo? Yo creo en salvar vidas. De manera que esto es lo correcto que debo hacer”.
Escuchar a la Sra. Gates, entonces, significa que la Iglesia Católica no cree en salvar vidas porque permite que las mujeres tengan los hijos que muchas de ellas quieren tener y que eso es de alguna manera una “crisis de vida o muerte”. Pero eso es totalmente falso como veremos.
Continuará.