Autor: Miguel Manzanera SJ
Del 16 al 20 de septiembre de 2015 se ha celebrado en Tarija el V° Congreso Nacional en la bella y tradicional ciudad de Tarija. Ya casi dos meses antes, el 9 de julio, el Papa Francisco en su visita relámpago a Bolivia quiso inaugurar este Congreso con la solemne Misa que celebró en Santa Cruz a los pies de la hermosa imagen del Cristo Redentor.
El Papa subrayó el lema del Congreso: “’Pan Partido para la vida del mundo´, que nos ayuda a entender que la Eucaristía es el único alimento que nos da la vida auténtica para entrar en comunión con el Señor, con su amor con su misericordia. Al mismo tiempo nos une a los hermanos que se alimentan del mismo pan y nos libera de de nuestro individualismo para caminar juntos con el Señor".
Se calcula que unas 2000 personas en su mayoría jóvenes, unas 1.500 venidas de otras partes de Bolivia, y 500 de la ciudad y del departamento de Tarija, acompañados de casi la totalidad de los obispos de Bolivia, han celebrado con alegría esos días de adoración y reflexión sobre el Santísimo Sacramento, aplicándola a las diversas circunstancias y grupos de personas. Presidían el Congreso el Obispo de Tarija, Mons. Javier del Río, el Arzobispo de Sucre, Mons. Jesús Juárez, y el Vicario Apostólico del Beni, Mons. Julio María Elías.
La misa inaugural fue presidida por Mons. Gianbattista Diquattro, Nuncio Apostólico del Papa. Cada día se tuvo una conferencia magistral: “Relatos bíblicos de la Eucaristía” (P. Dr. José Cervantes), “Esto es mi cuerpo” (Mons. Mario Cargnello, Obispo de Salta), “Caridad y Misión del Iglesia” (Mons. Jesús Juárez, Arzobispo de Sucre). Además se realizaron unos 10 seminarios, 30 talleres y 22 catequesis, poniendo de relieve distintos aspectos de la Eucaristía. Se espera hacer una publicación con todas esas aportaciones. Personalmente tuve a mi cargo el taller, “Eucaristía y pastoral de enfermos”, del cual incluyo aquí un breve resumen.
En los evangelios destacan las numerosas liberaciones que Jesús realizó, movido sobre todo por su amor misericordioso hacia los hambrientos, los pobres, los enfermos, los desvalidos y los poseídos por espíritus malignos (Is 61, 1-2; Lc 4, 18-21). Al mismo tiempo las curaciones eran signos creíbles de la mesianidad de Jesús y de su filiación divina, tal como subraya el evangelio de Juan (Jn 2, 11; 3, 2; 4, 48-54; 10, 36-38; 11, 15). Los milagros de curar a los enfermos y de saciar el hambre son anticipos del futuro Reino de Dios, donde ya no habrá ni dolor ni enfermedad.
Jesús, hacia la mitad de su vida pública, comenzó a anunciar el verdadero pan del cielo o sea su cuerpo y su sangre (Jn 6). Con ello subraya que la vida temporal o biológica (en griego “bíos”) debe estar orientada hacia la Vida eterna (“Zoé”), que es el mismo Jesús que se nos da en la Eucaristía (Jn 14, 6): “En verdad, en verdad os digo, vosotros me buscáis no porque habéis visto señales sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la Vida eterna” (Jn 6, 27).
Todos los creyentes en Cristo Jesús estamos llamados a ser hermanos las personas que sufren y a cuidar de ellas (Mt 25, 31-46). De aquí la unión intrínseca entre la Eucaristía y la pastoral de los enfermos. También la Virgen María, plenamente inhabitada por la Rúaj Santa (Espíritu Santo), ha sido desde muy antiguo la poderosa intercesora para obtener la salud.
La Iglesia debe poner en práctica la estrecha vinculación entre Eucaristía y la salud en la pastoral de los enfermos. Para ello hay que promover las Misas y paraliturgias de sanación con colectas para ayudar a pacientes sin recursos. Una vez al año, en lo posible cerca de la fiesta de la Virgen de Lourdes, se debe tener una Misa para enfermos y ancianos, administrándoles la santa unción. También hay que promover las visitas a los enfermos en hospitales y en sus casas para llevarles el Viático. En las parroquias los sacerdotes deben responsabilizarse de que sus fieles enfermos puedan ser atendidos espiritualmente, llevándoles la santa unción y la comunión.
Confiamos que esta celebración del V° Congreso contribuirá a que los fieles católicos conozcamos y valoremos mejor la celebración de la Eucaristía, el Misterio de la fe, y adquiramos mayor conciencia de nuestra identidad como discípulos y misioneros de Jesús, buscando la unidad y la reconciliación, transformando la realidad, para que el Pueblo tenga Vida en abundancia.