Por el Padre Shenan J. Boquet – presidente de Vida Humana Internacional.
Publicado el 13 de mayo del 2024.
“La ternura paternal de Dios también puede expresarse mediante la imagen de la maternidad (Isaías 66:13; Salmo 131:2), que enfatiza la inmanencia de Dios, la intimidad entre el Creador y la criatura. El lenguaje de la fe se basa así en la experiencia humana de los padres”. - Catecismo de la Iglesia Católica, Nro. 239
Los cristianos suelen hablar de Dios como nuestro "Padre". Esto es por una buena razón. Cristo mismo habló en sus oraciones al "Padre". Cuando sus apóstoles le pidieron que les enseñara a orar, Él les enseñó una oración que ahora conocemos como el Padre Nuestro.
Y, sin embargo, en su carta apostólica sobre la “dignidad de la mujer”, Mulieris Dignitatem, el Papa San Juan Pablo II dice, “en muchos pasajes de las Escrituras el amor de Dios se presenta como el amor masculino del esposo y padre (Oseas 11,1-4; Jeremías 3,4-19), pero también a veces como amor femenino de madre” (Nro. 8). destaca varios pasajes de las Escrituras que hablan de Dios como evidencia de las cualidades de una madre.
El profeta Isaías, por ejemplo, escribió: “Pero Sión dijo: El Señor me ha abandonado, mi Señor me ha olvidado. ¿Puede una mujer olvidarse de su niño de pecho, para no tener compasión del hijo de su vientre? Incluso éstos podrán olvidar, pero yo no me olvidaré de vosotros” (49:14-15).
En otra parte, Isaías escribe este evocador pasaje: “Como aquel a quien consuela su madre, así yo os consolaré a vosotros; seréis consolados en Jerusalén” (Isaías 66, 13). El salmista usa prácticamente la misma analogía y escribe: “Como un niño tranquilo al pecho de su madre; como un niño que se aquieta es mi alma. Oh, Israel, espera en el Señor” (Salmos 131,2-3).